Aquel día empezamos temprano (aunque no demasiado, jeje soy un poco perezosa qué le vamos a hacer) y tomamos el tren de la 9:30 de la mañana y llegamos a la Gare de Austerlitz a las 10:35. Para quien no lo conozca, es una de las estaciones de tren de la ciudad, con la ventaja de que está cerquísima de todos los lugares de París que merece la pena visitar.
A partir de ahí, y siguiendo la ruta que habíamos planeado de antemano, nos dirigimos a Notre Dame, y para ello, nada mejor que usar el metro. Antes de continuar, me gustaría decir que estoy supersatisfecha con el metro de esta ciudad. Me habían contado muchas falacias sobre el mismo, como que es muy sucio, y hombre, la verdad algo sucio estaba, y los vagones eran más antiguos que matusalén, pero es super rápido y efectivo, que es lo que para mí cuenta.
